República Dominicana: La agricultura como herencia

Experiencias

Santiago Fabián aprendió a sembrar a través de su abuelo cuando era apenas un niño. Aunque emigró a diferentes ciudades de República Dominicana y se desempeñó con destreza en múltiples trabajos, regresó a su lugar de origen en 1970 y se dedicó de pleno a la agricultura. Hoy, a sus 68 años de edad, se dedica a sembrar plátano, maíz, yuca, guandules, y es el presidente de la asociación Nuevo Progreso Brisas de Sabita.

Mesoamérica sin Hambre trabaja junto al Departamento de Organización Rural del Ministerio de Agricultura en el acompañamiento a organizaciones de agricultura familiar, como a la que Santiago pertenece, en su proceso de legalización y formalización. Este es un primer paso esencial para la vinculación sostenible de los productores a los mercados.

“Hace tres años que conocí Mesoamérica sin Hambre. El Programa nos ayudó a dar todos los pasos reglamentarios, por ejemplo, en cuanto a la legalización, el apoyo a la agricultura, y la organización rural. Nos ha apoyado con la incorporación legal de la asociación y ha sido una ayuda muy buena. La comunidad opina que aquí se ha hecho muy buen trabajo y este tipo de iniciativas supone una buena oportunidad de desarrollo para nosotros.”

Impulsar la asociatividad contribuye a promover el desarrollo empresarial y ofrecer nuevas oportunidades a miles de campesinos como Santiago, sus hijos y sus nietos, para que la migración sea una opción y no una necesidad.

Fuente: FAO