Las guardianas de la Reserva Forestal de Imataca en Venezuela

Experiencias

Son cerca de las cinco de la mañana, y la Reserva Forestal de Imataca se despierta con las voces de las mujeres Kariña. Se internan en la espesura de la selva en dirección al río Botánamo, para recoger agua para la jornada. Después, estas mujeres indígenas prepararán el “casabe”, una tortilla redonda hecha con harina de yuca, que acompañará lo que otros miembros de la tribu hayan conseguido cazar. Tras el desayuno, se dedican a su principal tarea del día: la gestión y conservación del bosque. 

“Nunca he visto a mis hermanas indígenas tan motivadas, tan animadas por su trabajo... A pesar de todos los problemas que atraviesa nuestro país, estas mujeres han tomado la iniciativa para mejorar su propia comunidad”, asegura Cecilia Rivas, “capitana” del grupo.

“Capitana” significa ser la lideresa electa de la comunidad. “El grupo Kariña siempre estuvo dominado por hombres. Antes no teníamos ni voz ni voto”, explica. La elección de Cecilia en 2013 marcó el comienzo de una transformación. El proyecto de la FAO y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) —que también tiene como objetivo aumentar la igualdad de género en el sector forestal— incide en este cambio de mentalidad, apoyando a las mujeres Kariña para que lideren activamente el desarrollo de sus territorios y la conservación de su biodiversidad.

Gestión forestal comunitaria 

Imataca es un extenso bosque húmedo tropical con una enorme diversidad, ubicado en el sureste de Venezuela (República Bolivariana de). La diversidad biológica de esta reserva natural es en verdad extraordinaria y cada rincón del bosque rezuma vida. Entre la vegetación exuberante se puede ver un gran número de mamíferos, entre ellos jaguares, tapires, ciervos y monos aulladores. Sin embargo, uno de los espectáculos más impresionantes lo constituyen sus aves: es la zona de anidación tradicional del imponente águila arpía, la mayor ave de presa del planeta.

Los Kariña viven en pequeños grupos de familias extensas en el corazón de la reserva forestal. Sin embargo, muchas personas y empresas nunca han reconocido esta zona como territorio de los Kariña y han talado árboles o trabajado allí sin su autorización o consentimiento, utilizando estos recursos sin ningún beneficio para las comunidades locales. Las empresas mineras han sido particularmente destructivas.

Cecilia explica: “Nos preguntamos: si estas empresas de fuera de la comunidad no nos están ayudando, ¿por qué no empezamos nuestro propio negocio? Así que nuestras mujeres se organizaron y empezaron a establecer viveros para nuestros árboles”.

Las mujeres Kariña pasaron a crear una sociedad, en coordinación con el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y la FAO. La empresa se llamó Tukupu, en honor a un pequeño pez rayado nativo del bosque que, lamentablemente, se ha visto amenazado por la minería, la tala indiscriminada y las prácticas forestales perjudiciales. 

“Los tukupu eran muy abundantes en el río Botánamo, y digo “eran” abundantes porque nos estamos quedando casi sin agua... Todo se está secando debido a la minería y otras actividades irresponsables que están destruyendo nuestro bosque”, advierte Cecilia.

Una vez que la comunidad Kariña creó su empresa, el Gobierno venezolano le concedió 7 000 hectáreas de la Reserva Forestal de Imataca para administrarlas conjuntamente. Esta área se ha convertido en el centro de las actividades de capacitación y restauración para revitalizar las zonas degradadas por la minería. Se están creando cientos de viveros para cultivar las plantas que se utilizarán en la reforestación. La empresa también mejora los suelos y los ríos para ayudar a restablecer la población de peces tukupu

La concesión de tierras fue uno de los principales logros del proyecto. Sin embargo, para Cecilia, un resultado aún más importante fue el cambio de mentalidad en su comunidad: “Hemos demostrado que el pueblo Kariña puede aplicar el proyecto con éxito”. Este reconocimiento ha sido absolutamente esencial para Cecilia, porque cree que los Kariñas son “los verdaderos guardianes del bosque”.

El proyecto contribuye también a que las comunidades encuentren nuevas formas de obtener sustento del bosque, no sólo a través de la comercialización de la madera, sino también a través de productos no madereros. La cría de abejas sin aguijón para producir miel es una de las innovaciones del proyecto. Otra es la creación de un mercado indígena en Tumeremo — una localidad en el sur del país—, para vender miel y otros productos, como la yuca y el pan de yuca.

Cecilia es optimista de cara al futuro. “Nuestra comunidad está muy contenta con este proyecto... Si continuamos así, pronto tendremos suficiente dinero para comprar jabón y sal, y otras cosas que necesitamos para nuestra vida cotidiana. Ahora mismo —concluye— estamos en un momento muy difícil debido a las repercusiones de la pandemia. Es un tiempo para, como decimos aquí, comer los frutos verdes, pero pronto podremos disfrutar de los verdaderos frutos de nuestro trabajo”.

En el mundo, los pueblos indígenas son los guardianes del 80 % de la biodiversidad del planeta. Con su riqueza de conocimientos ancestrales sobre cómo vivir de forma sostenible de la tierra, son socios esenciales en la conservación de la biodiversidad, la protección de nuestros recursos naturales y la transformación de los sistemas alimentarios. La FAO tiene el compromiso de trabajar con los pueblos indígenas para asegurar que sus voces sean escuchadas y sus conocimientos compartidos a escala mundial.

Tomado de: FAO