La era actual está marcada por el aumento de los conflictos, la creciente frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos y los desastres, así como por profundas crisis económicas que impulsan la migración de personas que buscan escapar de condiciones adversas.
Ante este contexto, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reafirma su compromiso inquebrantable, consagrado en su Constitución, de recopilar, analizar, interpretar y difundir información sobre nutrición, seguridad alimentaria y agricultura.
El trabajo de la FAO en este ámbito ha sido reconocido por gobiernos y múltiples actores por su neutralidad, fiabilidad y rigor.
Esta labor comenzó en 1946 con la Primera Encuesta Mundial de Alimentación y continuó hasta 1996, cuando 192 países, durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, reconocieron las estadísticas de la FAO sobre el hambre como un punto de referencia global.
Desde 1999 hasta 2015, el indicador de Prevalencia de Subalimentación (PoU, por sus siglas en inglés) de la FAO sirvió como estándar mundial para monitorear el progreso hacia el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio: erradicar el hambre. También en 1999, los Países Miembros encargaron a la FAO la publicación del informe anual El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo (SOFI, por sus siglas en inglés).
En 2015, con la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la FAO fue nuevamente reconocida como una organización neutral, confiable y de prestigio, responsable de monitorear aspectos clave de la Agenda, incluida la seguridad alimentaria. En respuesta, la FAO ha colaborado con otras cuatro agencias de la ONU —el PMA, UNICEF, la OMS y el FIDA— para seguir produciendo datos oportunos, confiables y relevantes a través del informe anual, ahora renombrado como El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI, por sus siglas en inglés).
La FAO emplea métodos estadísticos rigurosos para generar datos sobre seguridad alimentaria, en particular el indicador de Prevalencia de Subalimentación (PoU). Estos métodos han sido sometidos a una revisión exhaustiva por parte de expertos globales, procesos de evaluación y validación externa. La metodología del PoU fue aprobada formalmente por los Países Miembros en la Comisión de Estadística de las Naciones Unidas en marzo de 2017, respaldada por el Consejo Económico y Social (ECOSOC) en junio de 2017 y, finalmente, adoptada por la Asamblea General de la ONU en julio de 2017 como parte del marco de indicadores de los ODS.
Los datos utilizados en estas estimaciones, en particular los relativos a la disponibilidad de alimentos, son solicitados y recibidos de las autoridades nacionales de cada país miembro. Cuando no hay datos nacionales disponibles, la FAO emplea procesos estadísticos rigurosos y transparentes para generar estimaciones utilizando las mejores fuentes disponibles.
La FAO garantiza que sus fuentes de datos y metodologías estén ampliamente documentadas y sean de acceso público. Además, colabora estrechamente con las autoridades nacionales para aclarar los procesos y metodologías estadísticas de manera altamente transparente. Asimismo, la FAO lleva a cabo amplios programas de fortalecimiento de capacidades para mejorar las competencias institucionales y técnicas en los Países Miembros, promoviendo el cálculo de indicadores nacionales y estadísticas relevantes sobre agricultura y seguridad alimentaria.
La FAO cumple con los más altos estándares profesionales en la recopilación, análisis y difusión de datos, alineándose con los Principios Rectores de las Actividades Estadísticas Internacionales. La Organización sigue las estrategias y prioridades establecidas por los Países Miembros, en concordancia con la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda, la Agenda de Acción de Accra y las Declaraciones de Dakar y Busan. Además, la FAO promueve la adopción de estándares estadísticos internacionales desarrollados en estrecha consulta con las autoridades estadísticas nacionales.
La FAO tiene un historial comprobado de colaboración, transparencia, rendición de cuentas y respeto mutuo en sus relaciones con las autoridades nacionales. La Organización acoge con satisfacción un diálogo abierto, transparente y documentado con los Países Miembros sobre su trabajo, garantizando siempre los más altos estándares de experiencia técnica, transparencia y neutralidad.
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