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Campesinado del Maule lidera adaptación climática con saber agroecológico y apoyo institucional en el Día de la Tierra.

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Desde el corazón del Maule, en un gesto que honra la tierra y el compromiso colectivo con un futuro más justo y sostenible, se celebró el pasado 22 de abril —Día Internacional de la Tierra— una jornada formativa que marca un hito en el camino de la Agricultura Familiar Campesina e Indígena hacia la transición agroecológica.

En la Estación Experimental INIA Raihuen, en Villa Alegre, se desarrolló el Taller Agronómico de Adaptación al Cambio Climático, convocado por la Seremi de Agricultura y los servicios del agro de la región, que reunió a agricultores, asesores técnicos y representantes de programas como Prodesal, SAT y oficinas agrícolas municipales, en una alianza estratégica entre el mundo técnico, el Estado y las comunidades campesinas. Este encuentro, gratuito y abierto, tuvo por propósito compartir saberes, herramientas prácticas y soluciones agroecológicas frente a los desafíos que impone la actual crisis climática, profundizando en temáticas clave como la mitigación de emisiones, el manejo sustentable de los suelos y la implementación de estrategias agronómicas basadas en la resiliencia y el conocimiento ancestral del campo chileno.

En una actividad que congregó a más de un centenar de participantes de diversos puntos del territorio maulino, se valoró especialmente la voz de los agricultores y agricultoras como agentes de cambio, protagonistas de una nueva ruralidad que se enfrenta al cambio climático no desde la resignación, sino desde la acción colectiva, la innovación territorial y el respeto por los ritmos de la naturaleza.

El taller no fue solo un espacio de capacitación técnica, sino también un gesto político de reconocimiento hacia quienes, desde la agricultura familiar, están impulsando con fuerza el tránsito hacia modelos agroalimentarios sostenibles, diversificados y culturalmente pertinentes. Expertos de la Universidad de Chile y de los centros INIA Quilamapu y Raihuen presentaron investigaciones aplicadas y herramientas adaptadas a las condiciones reales del mundo rural, subrayando que los suelos, el agua y la biodiversidad no son meros insumos, sino bienes comunes fundamentales para la soberanía alimentaria del país.

En este contexto, el rol de los equipos técnicos territoriales fue también destacado, como puentes esenciales entre el conocimiento científico y el saber campesino, articulando soluciones que integren ciencia, tradición, y justicia social. Desde las organizaciones campesinas valoramos esta iniciativa como un paso concreto hacia la democratización del conocimiento técnico, y como muestra de que las instituciones pueden actuar en coherencia con las demandas del territorio cuando reconocen y potencian el protagonismo de la agricultura familiar campesina e indígena. Así lo expresó la Seremi de Agricultura del Maule, Claudia Ramos, quien enfatizó que la jornada no solo buscó entregar conocimientos, sino también fortalecer redes de colaboración para que el campesinado no quede fuera del debate climático ni de las políticas públicas orientadas al desarrollo rural sostenible.

En esta línea, reafirmamos desde nuestras organizaciones que avanzar hacia sistemas agroalimentarios justos, resilientes y sostenibles no es una utopía, sino una urgencia compartida que se construye desde abajo, con la tierra en las manos y el horizonte bien puesto en el cuidado del planeta. La agroecología no es solo una técnica, es una propuesta política, social y cultural que defiende la vida en todas sus formas y que hoy, con iniciativas como esta, se abre camino también en los espacios institucionales. Porque celebrar el Día de la Tierra desde la ruralidad chilena implica no solo tomar conciencia, sino también actuar: sembrando biodiversidad, defendiendo los suelos fértiles, cuidando las aguas y revalorizando los sistemas productivos que alimentan al país con dignidad y respeto por los ciclos naturales.

Esta jornada es un ejemplo de que el diálogo entre los saberes del campo y la academia, entre las instituciones y las comunidades organizadas, puede y debe transformarse en política pública con rostro humano. Así, desde el Maule profundo, reafirmamos que es posible una agricultura que no depreda, sino que protege; que no excluye, sino que integra; y que no olvida, sino que siembra memoria, cultura y vida para las futuras generaciones.

Fuente
COPROFAM