Luchar contra la degradación de la tierra, salvar nuestro futuro

Experiencias

El cambio en el uso de la tierra, la sobreexplotación de recursos naturales y las malas prácticas agrícolas continuadas dejan huella en nuestros suelos y el Arco Seco de Panamá es una muestra de ello. Las cárcavas que se extienden por sus paisajes son testigos de la erosión y los árboles que desaparecieron. Las pisadas de ganado que se aprecian en sus parajes muestran su fatiga por el sobrepastoreo. Sus tierras claman agua, y cuando llega, su fuerza provoca un desgaste que comprometen su vitalidad y socavan los medios de vida de los productores que viven en ellas.

Valentín Sáez es uno de esos productores que trataba de sacar su producción adelante en estas tierras. Su finca, situada en la provincia de Los Santos, padecía escasez de agua durante buena parte del año y el pasto era insuficiente para alimentar al ganado. Además, mostraba signos de degradación, un fenómeno que supone una disminución de la capacidad de los ecosistemas para producir bienes o prestar servicios de forma óptima. En Panamá, se estima que un 27% de las tierras están degradadas y el Arco Seco es una de las áreas más sensibles.

“En esta zona, el verano tiene una mayor duración y es más difícil hacer producir la tierra. Yo había realizado varios intentos con la producción de leche y de carne, pero había fracasado. En varias ocasiones había tomado la decisión de vender la finca y migrar a otro lugar a trabajar”, recuerda Valentín.

En un último intento por impulsar su producción, Valentín se sumó a una iniciativa del Ministerio de Ambiente de Panamá (MIAMBIENTE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de apoyo a la toma de decisiones para el manejo sostenible de la tierra, el cual contaba con respaldo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés).

“El objetivo principal de esta iniciativa fue prevenir y reducir la degradación de la tierra y restaurar aquellas que están degradadas, a través de un marco de apoyo en la toma de decisiones para la implementación, y la réplica de buenas prácticas de manejo sostenible de suelos y recursos hídricos a gran escala”, detalla Inés Beernaerts, Oficial de Tierras y Aguas de la FAO para Mesoamérica.

Para su puesta en práctica, se definieron dos zonas prioritarias dentro del Arco Seco, en las cuencas hidrográficas de Parita y Tonosí. En estas áreas, se analizaron los niveles de degradación y se conformaron dos Comités que involucraron a todos los actores. También se seleccionaron una serie de fincas para realizar la intervención de conservación y restauración, entre ellas la de Valentín.

Participación de la comunidad

1“Un aspecto importante fue que la comunidad y los productores participasen en la evaluación de los niveles de degradación. Se les consultó para hacerles partícipes de los resultados y propuestas para abordar esta problemática”, explica José Victoria, Director Nacional de Seguridad Hídrica del Ministerio de Ambiente.

 “Al ver que había ese interés y apoyo, decidí seguir batallando y participar de este proyecto”, añade Valentín al recordar sus inicios en esta iniciativa hace dos años, que le brindó orientación para realizar un diagnóstico descriptivo de los principales problemas de producción en la finca y desarrollar posteriormente un plan de manejo con varias opciones tecnológicas de manejo sostenible de la tierra.

Durante la implementación del plan de su finca, Valentín recibió orientación técnica para realizar prácticas de manejo sostenible de los suelos, como diques de madera y abonos orgánicos; establecer sistemas silvopastoriles a través de cercas vivas y arboles dispersos en potreros; sembrar pastos mejorados para la alimentación del ganado e instalar un sistema de abastecimiento de agua para consumo animal. Además de estas prácticas, se capacitó en principios de agronegocios para lograr mayor rentabilidad.

“La experiencia fue positiva porque se llevaron las prácticas de conservación a nivel de finca y los propios productores pudieron realizarlas, como por ejemplo el tratamiento de las cárcavas, de los niveles de erosión que se dan en las fincas y degradan la tierra”, detalló José Victoria.

“Antes, yo necesitaba alquilar terreno para tener más pasto, pero ahora ya no necesito tanto con la mejora de las divisiones en la finca y el manejo del ganado, porque dura más. También tengo agua en todas las parcelas y ahora la finca es más sostenible y ofrece mayores recursos para invertir en ella”, sostiene Valentín.

Conservación e innovación

2En la provincia de Herrera, la finca de Hipólita Mitré también presentaba problemas de degradación por prácticas inadecuadas que se habían realizado durante décadas, y el acceso a agua era todo un desafío.

“En los tiempos de nuestros abuelos, se decía que las fincas no debían tener tantos árboles porque dificultaba el pasto para el ganado. Los tumbaban y practicaban la quema. A mí me preocupaban ya desde niña estas prácticas y desde chiquita aprendí a valorar los árboles”, recuerda.

Hipólita decidió unirse a este proyecto para revertir esta degradación, reforestar y mejorar la planificación de la finca. Realizó divisiones, sembró pasto mejorado y potenció la diversificación de cultivos aplicando técnicas agroecológicas que conoció a través de un intercambio de cooperación sur-sur con técnicos de Cuba.

Pero sin duda, una de las cosas que ha supuesto un mayor beneficio para Hipólita es el acceso al agua, gracias a la instalación de una bomba que la trae a la finca desde la quebrada más cercana utilizando energía solar, evitando que el ganado se desplace forma continua y vaya erosionando las orillas.

Esta bomba solar es una de las soluciones e innovaciones que se han aplicado a las fincas, entre las que también se encuentran sistemas de captación y aprovechamiento de agua de lluvia, tanques de reserva y sistemas eficientes de riego.  

“Gracias al pasto mejorado, mi ganado tiene mejor alimento y el agua les llega directamente y no tienen que ir hasta lejos. Para la producción agrícola ha supuesto también una mejora, porque al tener más agua disponible, puedo sembrar en verano y llevar producción al mercado, obteniendo un ingreso más”, concluye.

Día Mundial para combatir la desertificación y la sequía

Cada 17 de junio se conmemora el Día Mundial para Combatir la Desertificación y la Sequía para recordar la importancia de combatir estos fenómenos. Este ejemplo de Panamá es una muestra de que, con la implementación de buenas prácticas, la innovación y la firme participación de la comunidad y cooperación a todos los niveles se puede contribuir a combatir este fenómeno, alcanzar las metas de neutralidad de degradación de la tierra, combatir la pérdida de biodiversidad, y salvar el futuro de los pequeños productores y de nuestra alimentación.

Por Rosana Martín Grillo

Tomado de: FAO