Las prácticas y conocimientos ancestrales sobre agricultura congregaron a organizaciones de productores de las provincias Azuay y Cañar en el Complejo Arqueológico Pumapungo.
Alrededor de 35 organizaciones de productores de la Agricultura Familiar Campesina de la Región, exhibieron sus semillas nativas y participaron de un intercambio para proporcionar material genético a otras familias productoras.
Variedad de papas, de maíz y de granos fueron parte de esta iniciativa con la que se busca recobrar el volumen de semillas locales que se han ido perdiendo con el tiempo, entre ellas la oca, la mashua y el chocho.
Amable Chaluis, director Nacional de Saberes Ancestrales del Ministerio de Agricultura y Ganadería, MAG, resaltó el trabajo del pequeño agricultor que “solventa la alimentación de la población en un 60 por ciento”. Agregó que desde el Ministerio se promueven estos espacios para garantizar la soberanía alimentaria.
En el intercambio que se dio la mañana de ayer en el Complejo Arqueológico Pumapungo, se realizó además un ritual ancestral de agradecimiento a la Pachamama, con el compromiso de mantener las técnicas ancestrales de producción como los huertos circulares, responsables con el medio ambiente.
Información
Simultáneamente, técnicos de campo del MAG se encargaron de levantar información sobre las semillas para determinar cómo introducirlas en otras zonas.
Cecilia Piedra, técnica de Gualaceo, especificó que se detalla la procedencia de las semillas, suelos donde crecen, clima, ciclo agrícola, cuidado, rendimiento y cosecha. A largo plazo se pretende tener un banco de semillas a nivel regional, así como implementar Comunidades de Aprendizaje, junto a colegios agropecuarios de los cantones Gualaceo, Paute, Sígsig, Santa Isabel y Cuenca.
Rosa Ulloa, productora de la asociación ‘Carmen de Bullcay’, de Gualaceo, intercambió semillas de maíz, fréjol, arveja, entre otras. "Cada semilla guarda un conocimiento que intercambiamos”, señaló y mencionó que la misión es mantener las especies heredadas de los ancestros.
Miguel Narváez llegó desde la parroquia Chorocopte del Cañar. Participó del intercambio de semillas con 30 variedades de papa: jubaleña, chiwila, soledad, wicupa, yutu, achupilla, uchu rumi, cuenca manka, entre otras.
El productor aprendió de sus padres y abuelos las técnicas para los cultivos y guarda estas costumbres para transmitirlas a las siguientes generaciones. (I)
Fuente: EL TIEMPO