“La fruta de la pasión”, un deleite para la producción y el consumo

Experiencias

Pasión por la alimentación saludable, el trabajo en equipo y la vida en el campo; esta es la historia de Graciela Rojas Cárdenas, mujer rural, madre, esposa y lideresa, que hoy desde Villavicencio nos invita a pensar qué comemos, a quién compramos nuestros alimentos y cómo podemos hacer de Colombia un país de oportunidades. 

Graciela y su esposo Gilberto, juntos nacidos y criados en el campo, retornaron a este luego de haber estado en la ciudad por más de 30 años. Con sus tres hijos ya grandes, estudiando en la universidad y trabajando, decidieron volver a una vida más tranquila y saludable, que hoy han encontrado en la vereda Palmarito de Villavicencio, en el departamento del Meta. 

A sus 60 años, con el tiempo para ellos, iniciaron cultivando un poco de cada cosa en su finca, un pequeño espacio en el que más allá de buscar rentabilidad buscaban ocupar su tiempo “no perder la costumbre de mantenernos activos”, dice Graciela. 

Fue allí, cuando con el apoyo de su hija y el impulso familiar se orientaron hacia el cultivo de maracuyá, una Passiflora que encanta por su color, aroma y sabor. “Todo empezó como una práctica universitaria para nuestra hija, que es ingeniera agrónoma”, cuenta Graciela al recordar el inicio de lo que hoy es su empresa asociativa y comunitaria con el cultivo y comercialización de la “la fruta de la pasión”. 

Rompiendo la tradición de cultivos en la zona, donde se producen especialmente cereales como el arroz, la soya o el maíz, hace 6 años incursionaron en la producción de maracuyá a mayor escala. No lo hicieron solos, Graciela y su familia, convocaron a los vecinos para contarles sobre las maravillas de este cultivo. 

Convencida de que la unión hace la fuerza, compartió sus conocimientos con 6 vecinos más y con ellos dio paso a la creación de la Asociación de Productores Agropecuarios de Palmarito (ASOPROAVP), la cual, tras 6 años de existencia, cuenta ya con 24 asociados. 

Como madre y lideresa de su organización, conoce y aprecia el valor de buena alimentación, motivaciones que la han orientado a buscar una producción cada vez más limpia. “No usamos químicos porque el alimento es fuente de vida y el soporte para gozar de buena salud”, afirma Graciela. 

Su producción libre de trazas químicas, el amor y la pasión por lo que hacen, así como la integración entre ellos les ha hecho merecedores del reconocimiento a nivel local. Lo confirma cuando dice “hemos sentido la diferencia al cultivar con buenas prácticas; nuestra maracuyá es muy apetecida, los frutos son más grandes y se concentra mejor el sabor”. 

Comenzaron vendiendo en las tiendas de barrio, pero ahora con una mayor producción y más asociados surten a supermercados. Y gracias a su integración a la Red de Abastecimiento de Alimentos del Meta, apoyada por el convenio FAO – Ecopetrol, cuentan con un espacio en la Galería 7 de Agosto y son proveedores directos del casino de empleados de Ecopetrol en el departamento. 

Lo que viene ahora para ASOPROAVP es la producción de pulpas y néctar de maracuyá, productos que transforman actualmente de manera artesanal, pero que pronto tecnificarán con la planta despulpadora que están próximos a recibir. 

Tomado de: FAO