ALER, la Asociación Latinoamericana de Educación y Comunicación Popular nació en 1972 por iniciativa de varias emisoras comunitarias, educativas, populares y alternativas para servir de plataforma continental que muestre los otros sentidos y significados que han sido invisibilizados por el pensamiento dominante y colonizador. Vernos con ojos propios, decir la propia palabra para enunciar otras formas de hacer resistencia, de enfrentar las injusticias asimiladas muchas veces por el Estado racista discriminador.
Las más de ochenta emisoras (y medios en general) que integran ALER se han comprometido con las alternativas para una vida digna en las comunidades, a esto hemos llamado buen vivir, a este proceso de búsqueda que no pretende ser un modelo a imitar, lejos de eso, tejer puentes de diversas alternativas que dialogan, se interpelan y se posicionan como alternativas al desarrollo, son desafiadas desde las construcciones locales y experiencias que testimonian ese otro mundo posible que orienta todas sus prácticas para la vida.
Las denuncias, seguimiento y acompañamiento que se realizan a través de las radios comunitarias despliegan no sólo actos de solidaridad, cuanto compromiso ético de comunicación plural e inclusiva. La defensa de los territorios son la muestra de respeto a la dignidad de los pueblos, sus derechos y la promoción de un territorio al servicio del bien común, antes que a los intereses privados diversos (hidroeléctricas, mineras, empresas turísticas, entre otra), y allí está presente la radio comunitaria y popular.
La convergencia entre territorio y la comunicación pueden ser múltiples e interdisciplinares, en esta ocasión compartiremos 3 experiencias en República Dominicana: Radio Seybo – UDECA, Colombia: La Esquina Radio y Honduras: Equipo de Reflexión Investigación y Comunicación (ERIC) / Radio Progreso; que muestran los esfuerzos por comprometerse con la acción creativa de propuestas alternativas al desarrollo e inspiran con esperanza la resistencia.
Un punto común de las tres experiencias que se presentan (apenas una muestra, pero pudieran ser muchas más) se determina porque la concentración de la tierra tiene una larga trayectoria histórica, si bien ahora los actores han fortalecido sus monopolios en multinacionales, la tendencia de estas propiedades en manos extranjeras atenta no sólo contra la soberanía y autodeterminación de los pueblos, agudizando -y en muchos casos provocando- conflictos territoriales con violentos desalojos, criminalización de la movilización y protesta social, valiéndose de amenazas, persecuciones, encarcelamientos y asesinatos. La mayoría de los casos el Estado permanece en connivencia con las jugosas ganancias que distribuyen las empresas multinacionales, bien por omisión e ineficiencia en garantizar los derechos humanos o por abiertamente mostrarse promotor del clientelismo y la corrupción.
No se puede cambiar el mundo sin palabras, sin prácticas que concretan nuestras reflexiones particulares y colectivas, saberes, experiencias que se encuentran, interpelan en los espacios de debate. Cambiar la realidad, sus interpretaciones y condiciones inequitativas incluye también disputar los sentidos del mundo que queremos. No podemos cambiar el sistema capitalista que nos estructura sin palabras. Desde la comunicación popular también se disputan los sentidos del territorio aire para decir nuestra propia palabra, para que las luchas, los derechos humanos y de la naturaleza no sean un negocio. Es la voluntad de la esperanza, de la vida que se abre frente al desencanto y la muerte.
Leer el articulo completo originariamente publicado por ALER