Cada día, Carmen Bastidas llega a la escuela a las siete de la mañana y se retira a las seis de la tarde.
Ella es la directora de la Escuela Técnica Agropecuaria Cimarrón Miguel Gerónimo Guacamaya, ubicada en la población de Capaya, a unos 93 kilómetros de Caracas, Venezuela.
La escuela técnica, que alberga a 635 estudiantes, es atendida por el Programa de Alimentación Escolar, una iniciativa gubernamental para el suministro de alimentos en las escuelas, que atiende a más de 6 millones de estudiantes en Venezuela, según Aristóbulo Istúriz, ministro del Poder Popular para la Educación.
Este programa recibe apoyo de un proyecto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), y el Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE), con fondos de la Unión Europea (UE).
Gracias al apoyo de la cooperación internacional, el programa de alimentación escolar no sólo provee menús nutritivos a los alumnos, sino que promueve la compra directa de alimentos frescos provenientes de la agricultura familiar a nivel local, y la integración de la comunidad educativa a través de cursos y talleres de formación.
La directora dice Bastidas se “enamoró” del proyecto desde la primera visita que la FAO hizo a su escuela: “El primer cambio visible ha sido la integración con la comunidad. Desde que iniciaron los talleres de formación, nuestros vecinos se involucraron de tal manera que ahora hacen vida en la escuela. No quieren irse”, recordó la maestra.
Carmen explica que, además de educar a más de 600 niños y jóvenes que estudian en la escuela técnica, una de las labores más arduas que enfrentan consiste en garantizar su alimentación.
El proyecto de la FAO trabaja con 40 escuelas en cuatro estados del país y fortalecer el Programa de Alimentación Escolar del gobierno estimulando la inclusión de alimentos autóctonos en los menús, cosechados en las tierras cercanas a la escuela por productores locales.
Además del trabajo con las escuelas, el proyecto liderado por la FAO también ofrece asistencia a los agricultores para mejorar su producción y almacenamiento de semillas y alimentos.
“La agricultura familiar, sin duda alguna, garantiza los alimentos de la familia y la comunidad. Otorga un espacio de seguridad y evita que dependamos de alimentos importados. Cuando sembramos y cosechamos lo que comemos, nos hacemos soberanos. De esa forma nadie puede venir a esquilmarnos”, explicó Raimunda Bazalo, una agricultora de Capaya que participa de esta iniciativa y que ostenta el título de ‘maestra-pueblo’.
Además de incorporar a los productores locales, el proyecto de la FAO trabaja con las madres de los alumnos, para que aprendan a preparar menus más variado con alimentos de la zona que los productores acercan a la escuela.
Según la FAO, los programas de alimentación escolar que tejes redes con las comunidades locales son necesarios para encontrar soluciones resilientes que permitan atender los problemas urgentes de las comunidades más vulnerables y que ayuden a los países a avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el hambre y malnutrición cero.
Mujer y alimentación
Carmen Bastidas no solo es la directora de la escuela, también es maestra, madre de dos hijos, sembradora de cacao y líder de su comunidad.
Su jornada diaria no termina en la escuela. También asiste a reuniones comunitarias y ayuda a tramitar, en instituciones públicas, soluciones para problemas de sus vecinos. Después de todo aquello, regresa a su casa.
Al igual que en el caso de la maestra Carmen, cientos de mujeres venezolanas están a cargo de la alimentación de su familia y producen alimentos para su autoconsumo y para sus comunidades; Según la FAO, en Venezuela, el 20% de las explotaciones agropecuarias están encabezadas por una mujer.
Otros estudios de la FAO evidencian que esta proporción viene aumentando en toda la región, lo que otorga mayor autonomía económica a las mujeres, así como a la seguridad alimentaria y al bienestar de la sociedad.
Carmen no es la excepción en la zona de Venezuela donde vive. “Aquí las mujeres llevamos la batuta en todas las organizaciones. No le tememos a los compromisos”, asegura la maestra.
Fuente: FAO