EL MANEJO DE LA CHACRA
La principal actividad económica y de subsistencia tradicional se fundamenta en la agricultura. La chacra posee una connotación eminentemente femenina. Es la mujer quien tiene su dominio, quien la debe cuidar y cultivar; quien siembra, cosecha y prepara la arcilla para la cerámica. Nungui es la dueña de la chacra, y el ser mítico que otorga a la mujer la fuerza espiritual femenina del suelo.
Cada familia tiene mínimo una chacra donde cultivan principalmente plátanos y yuca. Esta última tiene un sentido simbólico, pues la chicha preparada con yuca, asua, es servida exclusivamente por las mujeres a los hombres en macahuas, pocillos de cerámica elaborados también por ellos en una suerte de juego recíproco en el que tanto hombres como mujeres tienen que ver, pues mientras las mujeres son las encargadas de preparar estos alimentos; los hombres deben proveer de carne al hogar.
Además del plátano y la yuca, en la chacra se cultivan tubérculos, frutas y hierbas medicinales, en tanto que los hombres son los responsables de sembrar maíz, tabaco, naranjilla, barbasco, cacao y caña de azúcar. De esta producción, gran parte es destinada al autoconsumo, pero también se cultiva para la venta en los mercados locales.
La minga es el referente ideal de trabajo en la chacra, principalmente cuando se va a preparar una nueva, para lo cual se invita a participar a todos los miembros de la comunidad. Cada familia tiene por lo menos dos chacras en producción, una en sitios altos, y otra en la llanura aluvial.
Tradicionalmente, la preparación de la chacra conlleva la realización de un acto ceremonial, que involucran el uso de pinturas faciales, manduru, el establecimeinto de nexos con Ningui, a fin de les permita obtener una buena cosecha y la abstención de actividades o consumo de alimentos, como la elaboración de la cerámica, por ejemplo.
La cacería es otra actividad importante y se relaciona directamente con Amasanga, el espíritu de la selva. El acto de cazar es la reafirmación del lazo de identidad con la selva y los espíritus que habitan en ella. En la selva también se realizan actividades de recolección de productos del bosque como semillas, y huevos de tortuga y ciertas prácticas rituales. Se accede por medio de senderos y cuenta con tambus temporales para descanso. Aunque la cacería es escasa alrededor de los centros poblados, aún pueden abastecerse de carne de pécaris, caimmanes, monos, armadillos pájaros, dantas, entre otros.
La pesca es otra actividad de subsistencia y una fuente importante de proteínas. De acuerdo a la cultura Kichwa, Sungui es el espíritu de las aguas y quien provee de buena pesca tanto a hombres como a mujeres. Las lanzas, trampas, cerco de cañas, sedales, redes y el barbasco son parte de los instrumentos que le permiten a la población obtener una buena pesca, aunque últimamente, debido a la influencia de los colonos, han incorporado la pesca con anzuelo y el uso de dinamita, con el consecuente impacto al ecosistema.
Su articulación a la economía de mercado ha generado la inserción de nuevas actividades productivas, entre estas la ganadería y la cría de animales domésticos, que si bien buscan convertirse en una opción para la generación de recursos económicos, han transformado el bosque en grandes haciendas ganaderas, provocando la deforestación intensiva, y transformación de la estructura organizativa de sus territorios, antes establecida de acuerdo a su particular concepción cultural.
Tomado de: Sonidos Milenarios: La música de los Secoyas, A’I, Kichwas de Pastaza y Afroesmeraldeños, Juan Carlos Franco, 2005.