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Reducir los riesgos de desastres en la agricultura solo puede ser bueno para los pequeños agricultores

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Los agricultores pobres pueden obtener importantes beneficios económicos y otros beneficios al implementar prácticas agrícolas modificadas destinadas a aumentar su capacidad para hacer frente a desastres e impactos climáticos, según un nuevo estudio de la FAO.

Muchas de las innovaciones agrícolas "resistentes a los desastres" -evaluadas por la FAO a través de pruebas de varios años en más de 900 granjas en 10 países diferentes- están al alcance de los agricultores pobres y no requieren una inversión sustancial.

Además, estas innovaciones no solo actuaron como amortiguador contra los daños causados por desastres, sino que en la mayoría de los casos mejoraron significativamente los rendimientos agrícolas y los beneficios financieros incluso en ausencia de desastres naturales.

Los ejemplos incluyen una gama de opciones de bajo coste para la reducción del riesgo de desastres que van desde soluciones basadas en la naturaleza, como la plantación de manglares para proteger las zonas costeras de las inundaciones, el uso de variedades de arroz resistentes a las inundaciones, la instalación de recolección de agua en las azotea y los sistemas de riego.

"El estudio deja en claro que, en la mayoría de los casos, los esfuerzos de reducción del riesgo de desastres (RRD) en las explotaciones agrícolas tienen buen sentido económico: invertir temprano en DDR puede ahorrar mucho dinero que, de lo contrario, se gastaría en la rehabilitación posterior al desastre", afirmó Dominique Burgeon, Director de la División de Emergencia y Resiliencia de la FAO, en el prólogo del informe. "Además, las buenas prácticas de RRD a menudo son medidas de “no arrepentimiento", lo que significa que resultan eficaces para brindar beneficios adicionales incluso en ausencia de peligros".

El objetivo del estudio de la FAO es orientar a los agricultores en la toma de decisiones para gestionar el riesgo, así como para informar a los responsables de la formulación de políticas.

En concreto, el estudio revela que las buenas prácticas evaluadas tienen un potencial considerable para reducir los daños causados a la agricultura del mundo en desarrollo por desastres de menor escala y menor intensidad. Aunque atraen menos atención que los desastres a gran escala, los peligros como los períodos secos o los períodos de frío se repiten con mayor frecuencia y representan un problema constante y significativo para los 2 500 millones de personas del planeta que dependen de la agricultura a pequeña escala.

Beneficios tangibles, soluciones asequibles

De media, las prácticas de RRD analizadas en el estudio generaron beneficios 2.2 veces mayores que las prácticas utilizadas anteriormente por los agricultores, según el informe. Los beneficios incluyeron tanto aumentos en la producción agrícola como riesgos asociados.

La media de la relación coste-beneficio para las prácticas de RRD fue de 3.7 en escenarios de riesgo, lo que significa que por cada dólar invertido en RRD, el agricultor logró 3.7 dólares en términos de pérdidas o rendimiento evitados. En condiciones no peligrosas, este indicador aumentó aún más, hasta 4.5 dólares devueltos.
Tales prácticas pueden prevenir pérdidas económicas en los hogares, con beneficios inmediatos y palpables para la vida de miles de millones de personas, y también pueden ofrecer beneficios económicos a nivel regional y nacional, según el informe.

Es necesario ampliar y escalar las medidas

Una mayor inversión inicial en medidas anticipadas de reducción del riesgo de desastres representa un mejor uso de los recursos que el costoso gasto posterior a los desastres en reconstrucción y recuperación, señala el informe, que pide que la reducción del riesgo de desastres en la agricultura avance más allá de los proyectos piloto a pequeña escala hacia una implementación mucho más amplia.

Indica dos vías principales para hacerlo: La primera es a través de la réplica de agricultor a agricultor – que se da cuando los agricultores de una comunidad o región comienzan a adoptar nuevas técnicas después de observar los beneficios que sus vecinos obtuvieron al hacerlo-. Esto a menudo requiere muy poca inversión o apoyo institucional. El segundo camino es la integración de la RRD mediante esfuerzos a gran escala en los que se requiere el apoyo del gobierno y del sector privado para promover la adopción de buenas prácticas a gran escala.

Ambas vías dependen de forma crucial de una buena infraestructura, una inversión adecuada y un entorno propicio. La política de desarrollo agrícola, la planificación y el trabajo de extensión deben tratar la reducción del desastre como una prioridad, destacó el informe.

La “reducción del riesgo de desastres a nivel de explotación: beneficios múltiples, sin arrepentimeintos” se presentó en un evento paralelo al inicio de la Plataforma Mundial para la Reducción del Riesgo de Desastres de UNISDR (Ginebra, 13-17 de mayo).

Otro análisis reciente de la FAO destaca la necesidad de invertir más en intervenciones de desarrollo dirigidas a gestionar los riesgos de desastres y a aumentar la resiliencia en los sectores agrícolas. Se encontró que solo el nueve por ciento de la ayuda para el desarrollo en el extranjero se destinó a medidas de reducción de riesgos en la agricultura y, además, la mayor parte de esa inversión se realizó como parte de los esfuerzos de rehabilitación después de que ocurriesen los desastres.

Fuente: FAO

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