Tradicionalmente la base productiva de auto subsistencia de los Kichwas del Alto Napo se basa en las chacras que constituyen unidades productivas y de autoconsumo y en las que se cultivan principalmente distintas especies de yuca y plátano, y en menor escala, productos como maíz, piña, maní, cacao, fréjol, papachina.
A pesar de que en las últimas décadas se han incorporado productos comerciales como el café y la naranjilla, la base de la dieta alimenticia kichwa se basa en la yuca y el plátano, productos que han permanecido desde tiempos ancestrales. La chacra es un espacio vital en el que se reproducen momentos importantes de la cosmovisión y mitología Kichwa.
La chacra como espacio cultivado y en el que se concentran muchos conocimientos ancestrales guarda oposición con la sacha o selva; cada espacio requiere un manejo distinto. Los kichwas aplican prohibiciones a las mujeres que están menstruando, pues creen que, si estas se acercan a las chacras de yuca, la yuca que está dentro de la tierra se daña y se pudre.
Las mujeres kichwas del Alto Napo practican algunos ritos para mejorar la producción y cosecha de la yuca. Estos ritos se realizan en la chacra en el momento de la siembra de la yuca. Esta práctica en idioma kichwa se denomina “pachina”.
Como aspectos preparativos al ritual de la siembra de la yuca, se debe escoger terrenos aptos con suelos negros, fértiles y con un buen drenaje, y debe prepararse previamente con las prácticas de tumba, pique y repique. Los hombres están a cargo de dejar listo el terreno.
El rito es liderado por las mujeres madres de familia o la mujer de mayor jerarquía o edad dentro de la familia. La madre es el personaje principal en este rito, ya que es la encargada de elaborar la mezcla de agua, plantas y extractos con los que se obtiene el preparado necesario para realizar el rito. Además, se encarga de comenzar el rito hablando primeramente y luego rezando por el éxito de su producción, mientras que su esposo se dedica a la siembra de plátano y las otras especies.
El aspecto central del ritual está relacionado con los poderes que pueden obtener las mujeres a fin de que en el futuro, la producción de yuca sea abundante y de buena calidad.
Para ello las mujeres de la siembra deben ser revestidas de un poder especial llamado “Paju”. Mediante este poder el ser humano tiene la capacidad de realizar una actividad específica con éxito.
Existe Paju o poder individualmente para la siembra de cada cultivo, por ejemplo el “Sara Paju” (poder para sembrar maíz), “Lumu Paju” (poder para sembrar yuca), o para otras actividades como la sanación o la hechicería.
Estos poderes son transmitidos de generación en generación, de los padres o madres a los hijas (os), conforme alcanzan la mayoría de edad, por predilección o afecto. El poder o Paju también puede ser “comprado” a las familias que lo han heredado. A cambio los que lo reciben deben dar lo que con voluntad pueden ofrecer a cambio, ya que los que lo entregan no pueden fijar un precio.
La persona que va a recibir el poder participa del ritual en la preparación de una pócima que es vertida en la tierra; el pintado del rostro con achiote; en la siembra de la yuca; el canto; el secreto; y, el traspaso de poder. En este ritual las mujeres y los hombres que lo acompañan pueden estar vestidos de modo común, pero tanto la “Pajuyuk”, como quien recibe el poder, lucen en su rostro (pómulos, frente, barbilla y nariz) marcas hechas con achiote fresco.
El ritual combina el saber sobre la tierra y sus poderes con la vida cotidiana de los naporunas. Del mismo modo en que son convocados los espíritus de la tierra, el saber herbolario y el poder de las mujeres para la siembra de la yuca el ritual está acompañado por utensilios tan cotidianos como el machete, la ashanga (canasto), ollas, y por supuesto, la yuca para sembrar, y hojas de Camacho (mandi) que es el medio para transmitir el poder de la pócima. Cada ritual de Paju es cuidadosamente preparado por la familia o miembros de la comunidad que participarán en él. Las tradiciones de los kichwas del Alto Napo como el decidir en familia tempranas horas de la madrugada cómo será el día de labores y por tanto consejos que deberán guiar sus comportamientos mientras comparten un té de guayusa, puede ser también el momento de organizar el ritual.
La tierra que va a recibir la yuca contiene alrededor de 30 especies que son sembradas durante el traspaso de poderes. En este rito la mujer tiene el rol principal. Ella habla, explica, convoca y canta a Dios para que la producción sea abundante mientras los participantes y miembros de la familia preparan la tierra repicando las ramas de los árboles, de acuerdo a la siembra y tipos de semillas que acompañarán a la yuca. También pide a la tierra que la cosecha sea buena cantando y golpeando las estacas con las hojas de camacho; luego, hace lo propio con las plantas para que protejan los sembríos. Una vez que ha invocado, orado y cantado a Dios, la tierra y las plantas entrega el paju.
Entregar el paju es un acto que sintetiza en las manos de la Pajuyuk y las de quienes recibirán su poder: “en este momento quien va a recibir el poder debe coger por un momento las manos de la mamá o mujer permaneciendo alrededor del montículo de las estacas, y escuchando los consejos de la persona que le está entregando el poder, los mismo que se refieren a la aplicación y multiplicación de iguales métodos para las siembras futuras de yuca. El instante preciso en el que se entrega el poder a la hija o a la persona que está comprando el Paju, quien recibe el poder debe halar los dedos de la mano de quien tiene el poder produciendo un sonido, generalmente se halan tres dedos”.
Finalmente las mujeres que tienen el poder, luego del ritual del Paju, siembran la yuca.
Tomado de: Taquinas y cantos de poder. LA MÚSICA DE LOS KICHWAS DEL ALTO NAPO, Juan Carlos Fanco, 2005.