Maíz, chocolate, tomate, aguacate, chiles… cuando pensamos en México nos vienen a la cabeza numerosos productos deliciosos que en la mayoría de los casos se han incorporado a la alimentación de todo el mundo. Sin embargo, a no ser que vivas en México o alguno de sus países vecinos, quizás nunca hayas probado el nopal, o incluso nunca hayas oído hablar de él. Pero lo cierto es que el nopal (Opuntia SP), también conocido como higuera de pala, o chumbera, forma parte de la tradición gastronómica y la cultura mexicana hasta tal punto que aparece en el escudo nacional de este país Mesoamericano.
Cuenta la leyenda de la fundación de México-Tenochtitlan que el dios Huitzilopochtli indicó a los mexicas que establecieran su ciudad donde encontraran a un águila posada en un nopal devorando una serpiente. Es así como se asentaron en el valle de México, en lo que hoy es la Ciudad de México.
Hoy en día, la alcaldía de Milpa Alta, en Ciudad de México, produce la mayor parte del nopal verdura de esta urbe de más de 20 millones de habitantes. Allí, Anastasia Guzmán y su familia cultivan nopal de forma ecológica en un terreno de unos 8 000 metros cuadrados.
La capacidad del nopal para sobrevivir en climas áridos y secos lo convierte en un cultivo muy importante para los pequeños agricultores y clave para la seguridad alimentaria. El nopal tiene excelentes cualidades nutricionales: sus pencas tienen un alto contenido de vitamina C y fibra, que ayuda a la digestión, y además contribuyen a reducir los niveles de glucosa en sangre y el colesterol.
La producción de nopal emplea a seis personas de la familia de Anastasia, o incluso más en primavera, cuando el benévolo clima hace que broten nuevas pencas literalmente todos los días. Pero el precio del nopal es muy inestable a lo largo del año. Durante la primavera la sobreproducción hace que los precios se devalúen hasta un 98% con respecto al invierno, la temporada de baja producción.
Frente a esa problemática a Anastasia se le ocurrió la innovadora idea de transformar su producto para darle valor agregado y mantener sus ingresos más estables durante todo el año. “Hemos empezado a procesar el nopal en una galleta para poder ganar un poquito más”, explica Anastasia mientras prepara la masa para sus galletas de nopal y amaranto, otro producto originario de Mesoamérica.
Anastasia produce un promedio de 100 paquetes de 100 gramos de galletas cada semana y los vende en el Mercado de Productores que se instala en el Parque de la China de la Alcaldía Azcapotzalco todos los domingos y otros lugares emblemáticos de la Ciudad de México como el Zócalo y el Monumento a la Revolución en fechas especiales. Junto a ella, casi medio centenar de productores agroalimentarios de las zonas rurales de la capital del país ofrecen sus productos en este mercado.
El Gobierno de la Ciudad de México impulsó el Mercado de Productores con apoyo de la FAO con el objetivo de acercar a productores y consumidores para crear cadenas agroalimentarias cortas y fomentar un sistema alimentario urbano sostenible, inclusivo y resiliente.
Tanto los productores como los consumidores se benefician de esta iniciativa: los primeros venden sus productos directamente a los consumidores, sin necesidad de recurrir a intermediarios y a mejores precios; y los consumidores encuentran alimentos frescos, de temporada y orgánicos a mejores precios al comprarlos directamente del productor.
Los productos que se encuentran en este mercado ofrecen importantes ventajas en comparación los alimentos industriales y ultraprocesados, al aunar calidad, identidad y tradición bajo los principios del comercio justo a consumidores urbanos comprometidos con su salud y la protección del ambiente y el fortalecimiento de las economías locales.
Para Anastasia los beneficios de vender sus productos en este mercado son claros: “Doy a conocer la galleta y también todo lo relacionado con la producción del nopal. Me encanta el convivio que hay directo del productor al consumidor”, dice. Además, asegura que ya no tiene que acudir al mercado de acopio porque logra vender sus productos a mejor precio, directamente a los consumidores.
En un mundo en el que más de 820 millones de personas padecen hambre y la obesidad se está convirtiendo en una epidemia, y en un momento de rápida urbanización, las ciudades deben ser agentes de cambio en lo que se refiere a las políticas y medidas destinadas a proporcionar acceso a una alimentación saludable. Iniciativas como el Mercado de Productores son esenciales para contribuir a que los alimentos frescos y saludables estén disponibles y sean accesibles a los habitantes de las ciudades y así contribuir a lograr el objetivo #HambreCero.
Fuente: FAO